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La mansedumbre, ¿selección?, ¿condición?, ¿buena?, ¿mala?.

Últimamente ando dándole vueltas al concepto de mansedumbre. Y el magnífico post de Dominguillos no ha hecho más que remover en mis pensamientos.

Decía Angel Carmona “El Camisero“ (1887 – 1960) en su Lexicología taurina con similiqquitruqui o anda y que te mate "El Tato" que la mansedumbre es la que tiene el toro de lidia que pide con mugidos reiterados un cencerro, una carreta o lo que llevan al matadero.

La UCTL y GLU definen al toro manso como el toro reservón y tardo que rehúsa la pelea con el torero.  Aplicase a los animales que no son bravos. Buey que sirve de guía a los demás.

Podíamos resumir el concepto aseverando que la mansedumbre es una condición propia del toro de lidia antagónica a lo que entendemos por bravura. Damos por supuesto que todo ganadero que se precie en criar toros para su lidia y muerte en una plaza rehuye de la mansedumbre, o al menos lo intenta, en su proceso de selección de los sementales y vacas madres. Por tanto, los criterios de selección en cada ganadería, los que cada ganadero tenga, buscarán, entre otras aptitudes, la bravura.

Desde los principios de la tauromaquia la selección de reproductores se apoya en la respuesta etológica que los animales manifiestan frente al caballo o garrochista. En el caso de las hembras, y también en la de los sementales previamente indultados en una plaza, la valoración de su comportamiento se compone de una agregación de la conducta del toro en la muleta más su equivalente durante el tercio de varas. Incluso, hay aficionados que anteponen, en términos de bravura, la lucha del toro en el caballo frente al comportamiento con la franela. Con las premisas anteriores, la selección de reproductores en una ganadería de reses bravas debería dar un papel preponderante a la respuesta del animal ante el castigo o dolor que le induzca el picador de turno con la puya. 

Buceando el otro día por google, encontré un artículo científico francamente interesante que cuestiona esta hipótesis en base a un análisis empírico de 386 toros lidiados en plazas de categoría durante las temporadas taurinas que van del 1984 hasta 1988, y a partir de la nueva concepción de Fiesta, donde el último tercio prevalece sobre el resto, que se está imponiendo desde hace ya más de medio siglo, siendo estos últimos años más notable si cabe. 

Aquí el enlace al artículo mencionado anteriormente (recomendable su lectura):


En el artículo de los profesores Sánchez, Riol, Castro y Gaudioso, para la valoración del comportamiento de  los animales se utilizó un sistema de puntuación en los que figuraban los patrones etológicos más indicativos de bravura, nobleza y/o mansedumbre de acuerdo a referencias bibliográficas de Cossío (1951), Domecq (1943), Madariaga (1962), Fernández (1959) y Nieto (1987). Los actos o conductas del toro considerados en cada uno de los tercios para su valoración fueron los que se pueden ver en la imagen situada a continuación:

Actos o conductas del toro (Sánchez, Riol, Castro, Gaudioso)
Los resultados del análisis inducen a pensar que el comportamiento de los toros es bastante independiente en cada uno de los tercios de la lidia, y lo realizado en el caballo no tiene porqué seguir un patrón para predecir cómo se comportará en la muleta. Los autores explican tal afirmación aduciendo, como argumento principal, que la intervención del hombre, en este caso del varilarguero, va a condicionar notablemente la etología del animal en la muleta, por lo que basar la selección de los sementales y madres en su actuación frente al caballo sería, cuanto menos, discutible, especialmente si tenemos en consideración qué es lo que se les va a demandar a sus hijos. Esta afirmación tiene todo el sentido en el contexto actual de la Fiesta, donde mayoritariamente lo que demanda el público asistente es la faena de muleta, castigando con fuertes puyazos a aquellos toros que enseñan un comportamiento bravo en el caballo. Este castigo excesivo condicionará, siempre según el planteamiento de los autores del artículo, su condición de animal bravo en la muleta.

Esta situación nos llevaría a un replanteamiento en la selección de ganado bravo, incluso a plantearnos la idoneidad de seleccionar sementales que no hayan sido indultados en la plaza, ya que de lo contrario, la selección sólo sería en base al caballo de tientas, que a tenor de los resultados del análisis, no tendrá una correlación positiva con la condición del toro en la muleta.

Releyendo el artículo enseguida se te va la mente hacia una larga nómina de ganaderos de la época actual, varios de ellos entre los preferidos por los toreros, que ya han tomado como suya esta corriente que arrincona en la selección de madres y sementales el comportamiento del toro en el caballo en favor al de la muleta.

Después de este estudio que más parece de veterinario de laboratorio que de aficionado a los toros, pero que ofrece interesantes conclusiones para su análisis, echamos la vista atrás y recordamos varios toros, muchos, mansos de condición, que nos han hecho emocionarnos. Y nos hace replantearnos todo. La historia de la tauromaquia está llena de antológicas faenas frente a toros mansos. Este pensamiento hace que me cuestione si realmente, desde el prisma del aficionado, es tan importante en la selección el concepto de bravura o mansedumbre. Igual deberíamos hablar, o al menos incluir en el debate de la selección, términos como la casta, el descaste, el poder o el afligimiento, y estudiar si estas aptitudes tienen relación directa entre el tercio de varas y la muleta.

En esta línea argumental, tendría todo el sentido del mundo aplaudir en el arrastre a un toro, de condición mansa, que haya posibilitado el triunfo del torero en base a su comportamiento encastado o poderoso. Quién no recuerda faenas a toros de Dolores Aguirre o triunfos de Enrique Ponce con la mansedumbre como protagonista.

En resumen, y como reflexión personal, sigo vacilando sobre el concepto de mansedumbre, sobre si ésta se puede (des) seleccionar, sobre si se debe (des) seleccionar e incluso, sobre cómo debe hacerse esa (des) selección. Seguramente no haya una respuesta certera y sí muchos matices sobre los que discutir, lo que me lleva a pensar que debemos asumir la mansedumbre como lo que es, una condición natural del toro de lidia.


Faena de Enrique Ponce a un toro manso de Samuel Flores el año pasado en Mont de Marsan




1 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonita disertación, y tan compleja la podemos hacer, como compleja es la definición de bravura, ya que,es mas fácil encontrar, en la literatura taurina, definiciones ( muchas y no siempre cuerdas) sobre la bravura que sobre la mansedumbre; incluso teniendo encuenta que un importante ganadero de toros, en una de sus disertaciones escritas nos dice: de 10000 toros solo he visto uno o dos bravos.
....Y LOS OTROS 9999 O 9998? DONDE LOS ENCUADRAMOS??????

Si mensuramos la bravura, también podemos medir la mansedumbre; pero si consideramos la bravura como la característica idonea del toro de lidia o bravo; será la mansedumbre la ausencia de ella; lo que nos encontremos entre los dos extremos, como lo consideramos??? falta de la una o exceso de la otra??.
No hay que ir si no a la semántica de cada cuál.
Definición de la Raza de Lidia, que Sanchez Belda que son bovinos destinados a la lidia, siéndo la bravura el caracter definidor de la misma.
Nos dice Martín Martínez-Conde: agrupación bovina, cuya selección pretende tan solo una cualidad, la bravura, ...(habla de morfología) .......todo lo sacrifica a la acometividad
Lo malo de estas definicines, es que solo se descubre tras ser lidiado el animal, pero, muchos de los que, en principio consideramos mansos, tambien acometen.
Debemos de tener encuenta, que el toro,es un herbívoro y gregario, que en el medio natural es manso por naturaleza, y siempre está en peligro de ser atacado por los depredadores, rehuye la pelea si tiene capacidad o esperanza de huida, contra otros animales de la escala superior, lo consigue o no, únicamente se defiende acometiendo, contra su depredador, cuando se considera que ha perdido todas las posibilidades de supervivencia en la huida; lo que se ha conseguido con la selección del ganado bravo, es que esa acometividad le sea mas fácil expresarla ante la presencia de estímulos ( no diferencia el ataque, de lo extraño) y en lugares apropiados y, al mismo tiempo, en muchos casos, al selecionar rebajando, ese instinto de ataque de defensa, da lugar a toros que denominan nobles o pastueños.
Y asi...............con el respeto que te tengo en estas lides, no debe ser una condición propia del ganado de lidia, si no mas bién, deberiamos considerar la mansedumbre como la falta de bravura.
Tambien hemos de tener en cuenta que el comportamiento de un animal, puede ser influido por diversos factores.
Tal vez algún dia disertemos y especulemos sobre ello.
Estimado David, ha sido un placer
Saludos muy cordiales

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