Sin rebaja de precios, ¿y de valor?

Gracias a los allí presentes, y a lo que publican hoy diversos medios, ya conocemos el grueso de la oferta que propone la UTE de Simón Casas para la recuperación de la plaza de Zaragoza. Podéis leerlo en la bitácora de ladeldos, o en la tribuna de Carmelo Moya en el Periódico de Aragón.

Por decepcionante, sorprende la exigua rebaja de precios de la propuesta siendo como era el principal criterio para puntuar. 45 de 100. Lo que da a entender que la mercantil estaba confiada en su victoria por falta de contendientes. Sin embargo, para la propuesta económica no han ido a mínimos, sino que ofertan un 3% de los ingresos que excedan de los 500.000 euros por ingresos en taquilla cuando el máximo era del 4%. Podrían haberse quedado en el mínimo del 1% si tan seguros estaban de ser los únicos licitantes. Sus razones tendrán.

Los descuentos se reducen a un 10% para el abono de temporada, 20% para jóvenes y jubilados y sin descuento alguno para el que pase por taquilla.

Si uno se pone a elucubrar sobre los motivos de tan dispar criterio entre la propuesta de canon y los precios de las entradas, no terminamos de inducir una razón.

La plaza de Zaragoza es cara. Demasiado. Y con los actuales precios, "la recuperación" parece más complicada. Más aún si cabe.

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Mi optimismo patológico me hace buscar una explicación y puedo haberla encontrado en mi vida profesional, y más concretamente, en una de las principales directrices que repetidamente me trasmite mi jefe: "Tenemos que vender por valor, no por coste. Para poner el precio de algo no importa lo que nos cueste sino lo que le aportamos al cliente."

Dicho de otra forma, no es lo mismo lo que cuesta (precio) una entrada a los toros que lo que vale (valor). Pagar 40 euros por un tendido es caro o barato. Como diría Pau Dones, depende. Por todo esto, quiero pensar que la programación va a tener la suficiente calidad y atractivo que el precio no va a ser un quebranto. 

Aunque no quiero dejar de volver a decir que, fuera de las cuentas del propio negocio, y ya por una simple cuestión social, era el momento de reducir los precios. Y en esta ocasión, la excusa de la asfixia del canon no es coartada.

Me dice un amigo: Ya David, tienes razón, pero, ¿Y si viene José Tomás?