La terna hizo mala una corrida imponente (Feria de San Jorge 2016)

Con un buen aspecto en los tendidos, donde la juventud ya no es minoría, se abrió el telón de la exigua temporada zaragozana. Otrora profusa. 

De la corrida de López Gibaja recordaremos su imponente presencia. De la terna, su incapacidad y sus muchas limitaciones para lucir un encierro que en otras manos hubiera resultado lucido. De Joselito Adame, su bomba de humo a la muerte del cuarto. Una desfachatez auspiciada y consentida por la autoridad según rezaba el luminoso de la plaza. El torero hidrocálido se marchó para coger un vuelo, destino Aguascalientes, abdicando de sus funciones en la dirección de la lidia y saltándose a la torera las reglas del espectáculo. El ratito que estuvo en Zaragoza lo dedicó a enseñar un toreo plano y despegado. Mejor que no hubiera venido.

Aplausos.es

Del Álamo entró en sustitución de David Mora quien fue baja médica por una lesión más típica de los futbolistas que del gremio taurino. Zaragoza fue una etapa más en una trayectoria llena de faenas calcadas sin hueco a la improvisación. Una rutina de pases lineales de fácil olvido. Una incapacidad manifiesta para lidiar y lucir dos toros mansurrones con embestidas para ligar y llegar arriba.

Fortes se ahogó en un mar de enganchones. Su temple es inversamente proporcional a su valor. En este arrojo ha basado su carrera, aunque en muchas tardes sus limitaciones le ganan al coraje y la quietud. Éste fue el caso. En el de la jota pasó un quinario porque nunca mandó en la embestida de un toro que mordía. Desistió pronto fruto de la resignación. El epílogo a su primer toro homenajeando a Joaquín Bernardó fue lo más meritorio de su paso por la Misericordia.

En definitiva, la corrida pareció peor de lo que realmente fue. Lució unos pitones impolutos a pesar de derrotar en varias ocasiones contra los burladeros y cumplió sobradamente en el caballo. Que la peor sea esta. Y que las figuras lo son por algo.