Los amigos.

Padilla otrora "Héroe terrenal" (hoy.es)

En ocasiones, la amistad es el pretexto perfecto para solicitar ayuda o compañía. Algunos de mis amigos, al acercarse octubre y sabiendo de mi afición, me solicitan ayuda y compañía para asistir a una corrida de toros en Zaragoza. Curiosidad, supongo. Y yo, como símbolo de mi amistad fraternal, discurro en cómo hacer lo (im)posible para que no se arrepientan de haberme llamado un día de septiembre.

Lo primero es elegir el día. El cartel. La ecuación no es sencilla, ya que en la decisión intervienen demasiados factores que están al albur del azar. Jugar a la ruleta taurina. Corro el peligro de escoger mal y que ese animal indómito e imponente que esperan ver mis amigos, y del que tanto les he hablado, se convierta en un mamífero dócil y derrengado. Yo, realmente lo que quiero es que salgan de la plaza acojonados. Que pasen miedo y vean en los toreros a héroes terrenales capaces de crear arte enfrenándose a un animal cerril con dos dagas afiladas por delante.

Una vez concrete el día, lo siguiente es escoger la localidad. Iremos a una de las baratas para amortiguar la sensación de estafa en el caso de que mi objetivo de asimilar a los toreros con héroes terrenales no se cumpla al finalizar el festejo.

La decisión está tomada. Cartel y localidad. Pero mi lado ingenieril interfiere para recordarme que mi propia experiencia me dicta que de los treinta festejos que he visto este año, en apenas cuatro o cinco he tenido la sensación que busco para mis amigos. Entonces es cuando busco un buen restaurante para que, al menos, coman bien.